SALTIMBANQUI
Sonrisas y llanto forman el festín que anima los días de todo ser;
Saltan en campos de paz y de guerra,
combatiendo duro en cada batalla;
Señales reflejas en la creación, que expresa
talentos con gran afición;
Surge de la nada y en todo a la vez, a nadie
se niega y a todos se da.
Amores y odios tejen una red, refugio de todos en gozo y dolor;
Adviento de ilusiones y dudas que buscan un
nido para procrear;
Adalid sin sesgo de alguna razón; para
todos, sendero del diario existir;
Acróbatas tenues de bienes y males, y que
luego suceda lo que ha de ser.
Luces y sombras en recia caterva que sientan las bases para adelantar;
Lo mismo que alumbran, empañan, brindando con
esto la opción de escoger;
Luciérnagas brillantes que vuelan sin alas y
que inspiran al mundo su tono y color;
Lucrativo encuentro de fe y de temores;
telarañas fijas que hay que atravesar;
Trifulca constante de sanos y ruines en lucha perenne por ser el mejor;
Trampolín seguro a lo desconocido a buscar
lo cierto que conforte al ser;
Tobogán de sueños y desilusiones donde se
equilibran deseos y deber;
Tribunal de afanes y pausas que ajusta a sus
normas momento y lugar.
Imán fantasioso de eternidad fugaz que atrapa al instante permitiendo volar;
Incesante abrazo de esfuerzo y cansancio,
donde está escondido un tesoro de barro;
Ingeniosa turba de manar de seres que
adornan al mundo en su inmensidad;
Infinito abrigo de razón sin lógica, pero con
cabida a toda existencia.
Misterioso juego de almas y egos donde se disputa el mayor poder;
Manantial de dones que afrontan torpezas en
su recorrido por ir al final;
Malabar de embrujos y desencantos, en que
cada uno enlaza su virtud;
Milagro inmarcesible de luz y justicia, maraña
propicia para la injusticia.
Bulevar de almas que dejan su huella, el tapete rojo para la consciencia;
Beatitud y desdicha, irreconciliables, en
sutil contubernio con la tentación;
Belleza escondida tras lujo y miseria que
ocultan su gracia al nacer y al morir;
Boreal cifrado en códigos diáfanos, que muy
poco sirven al peregrinar.
Almíbar salado que brota a raudales, sazonando el vientre de la infinitud;
Antípoda gloriosa de seres feraces que
pueblan el mundo, cumpliendo un deber;
Alabanza perpetua del alma inmortal que
exhala su aliento sin predilección;
Alquimia secreta, aunque manifiesta, que
abunda en rincones de estrella y planeta.
Nirvana presente en la eternidad; para gloria del mundo en toda dimensión;
Namasté del alba y del anochecer, signos
reflejos de fiel variación;
Novicia y añeja, su doble función, principio
inherente en crear y creer;
Natividad continua de cielos y mares,
especies y estrellas con inicio y con fin.
Quietud y silencio en tácita acción, brillo y umbría son mero falaz;
Quimera sublime de verdad y mentira que
distrae al mundo… mientras ella es;
Quebranta la lógica de la razón, impone sus
normas sin más reflexión;
Quisicosa arábiga y develada también,
validez o ensueño muy cautivador.
Umbría luminosa que preña la esfera y brinda sus frutos a la inmensidad;
Unción glamurosa de dioses y diantres que
lanzan gavilla al diario sentir;
Ulular del silencio narrando una historia,
que engendra dilemas y pare sus réplicas;
Ucronía inexorable del ser y no ser, que no
se confunde porque siempre es.
Ímpetu innato del vaho sagrado que renueva mundos… sin obviar espacios;
Invicta va y viene sin que algo le altere,
sus pasos eternos no miden distancias;
Izada en el techo de la eternidad, luce
esplendorosa su infinita bondad;
Inmortal, irreverente aun con la muerte;
simplemente porque ella es la VIDA.